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Durante la Guerra de Malvinas, entre abril y junio, los interventores de las radios dieron la orden de no pasar música extranjera, en especial, en inglés. Esta medida fue apoyada por los oyentes que llamaban a las emisoras para protestar si se pasaban canciones en otro idioma.
Lo extraño fue que varios artistas que habían
sido censurados durante la dictadura, se convirtieron en los protagonistas. La
sociedad festejó la vuelta de sus artistas y los militares utilizaron el fervor
popular a favor de ellos.
De un día para el otro, la música en inglés
desapareció. Los musicalizadores se encontraban con la dificultad de no
conseguir material en español. Los últimos años habían sido modestos en materia
discográfica, esas voces habían sido acalladas.
“De un día para el otro, el inglés fue erradicado del éter. El efecto fue muy extraño: las radios sonaba diferente, en otra dimensión. Por primera vez en su historia, el rock argentino tenía un espacio masivo en la radio. Y nadie hablaba ni la prensa ni los censores de listas de temas prohibidos”, destacó Sergio Pujol en su libro, Rock y dictadura.
El periodista Marcelo Fernández Bitar, autor
del libro 50 años de Rock en la Argentina sostuvo a La Viola que la guerra
"cambio para siempre al rock en el país". "Un antes y un
después. El punto de inflexión fue con la prohibición de emitir los temas
cantados en ingles y las radios tuvieron buscar en las discotecas y
descubrieron que había discos de rock nacional y empezaron a pasarlos".
El autor sostuvo que en paralelo había en
marcha una producción de nuevos artistas como Juan Carlos Baglietto o Sandra
Mihanovich que habían grabado sus primeros discos por esos días. "A partir
de esa difusión intensiva, el rock nacional ganó una popularidad fuera de su
grupo de culto y se metió en programas de televisión y de radio".
De esta forma, artista como León Gieco, Raúl
Porchetto, Charly García y Mercedes Sosa volvieron a la primera plana. Algo
curioso pasó con “Solo le pido a Dios” de León. Un tema que el músico había
publicado en 1978, en respuesta a un probable conflicto armado entre Chile y
Argentina. "Es algo muy desagradable, esa canción estuvo prohibida durante
la dictadura y después cuando perdimos la Guerra de Malvinas la declararon de
interés nacional. Me dio repugnancia por la gente que lo hizo, los militares, y
dejé de cantarla por tres años hasta 1985 que regresó haciendo De Ushuaia a La
Quiaca. Me sentí usado, son las estupideces que hicieron estos
dictadores", contó el músico.
Algunos artistas sintieron la necesidad de canalizar
el dolor de la guerra en canción. Alejandro Lerner, en 1982, publicó su exitoso
trabajo Todo a pulmón, que tenía temas como "La isla de la buena
memoria". "La compuse en contra de la guerra. Tenía el coraje que te
da la irreverencia de la juventud. El rock estaba cargado del resentimiento que
generó la dictadura militar. Eran expresiones de la juventud que la tenían
encadenada. Fue como una canilla que tenés cerrada mucho tiempo y cuando la
abrís lo primer que sale es mugre. Ante de la llegada de la democracia, el que
hizo un poco de punta fue el rock nacional", destacó el músico y
compositor en diálogo con La Viola.
Otro de los autores fue Raúl Porchetto. En
“Reina Madre”, el autor se puso en la piel de un soldado inglés. Un hombre que
tiene que viajar miles de kilómetros a una tierra desconocida para luchar en
una guerra que no es de él. “Pero madre, ¿qué está pasando acá? Son igual a mí
y aman este lugar, tan lejos de casa, que ni el nombre recuerdo", dice una
de las estrofas.
En Inglaterra, la guerra también dejó una marca
en algunos músicos. Uno de ellos fue Roger Waters, que antes de abandonar Pink
Floyd, siguió de cerca el conflicto y dio testimonio de su crítica en The Final
Cut (1983). En el tema “Get your filthy hands off my desert”, Waters se refiere
al dictador argentino y a la “Dama de Hierro”: “Galtieri tomó Union Jack. Y
Maggie, un día después de mediodía, destruyó un buque con toda su tripulación,
aparentemente para hacer que lo devolviera".
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